Debo confesar que desde hace algún tiempo, me he vuelto aficionado de aprovechar las plataformas de streaming para encontrar programas relacionados a temas de fraude y corrupción, ya que al final, muchos de esos materiales suelo aprovecharlos para ejemplificar cómo esas situaciones, pueden ser (tristemente) parte del día a día de una organización o simplemente de la vida de personas que buscan dañar a los demás.
Netflix ha sido una de estas plataformas. Definitivamente hay muchos programas de poco contenido sustancial (¡o que no sirven para nada!), otros que sirven solamente para pasar el rato o simplemente para desconectarnos un poco de la rutina. Sin embargo, también hay programas interesantes de los cuales podemos aprender y aplicar en nuestra vida diaria.
Dentro de estos, encontramos uno que se llama: “El Mecanismo”. Esta es una serie que narra el caso “Lava Jato”. Trata las investigaciones que se hicieron en algunos establecimientos de lavado de vehículos, pero que realmente eran utilizados para lavar dinero. Este caso lleva a la caída de la presidente de Brasil Dilma Rousseff y al encarcelamiento del expresidente socialista, Luiz Inácio Lula da Silva, quién fue detenido y acusado de corrupción por beneficiar a la constructora OAS (una de las 16 empresas que estafaron a Petrobras manipulando licitaciones). También a partir de este caso, cae Odebrecht y su red de corrupción.
A parte de recomendarle a usted, querido lector, tomarse el tiempo para ver esta serie quiero “espoilearle” solamente un fragmento. Durante esta escena, uno de los actores está quejándose por la persecución que sufre como resultado de su participación directa en actos de corrupción y del robo de cientos de miles de dólares. Se siente frustrado debido a la “injusticia” y el “abuso” de las autoridades por estar “molestándolos” y con tono muy sincero, dice: “Se hará justicia y saldremos libres”.
¡¿En serio?! Durante 5 minutos despotriqué con mi esposa sobre el cinismo y descaro de este personaje. Pero así es. Muchas veces, estas personas creen auténticamente que no están haciendo nada malo. Que se merecen esos recursos. Al final, el razonamiento es simple: “O lo hago yo, o alguien más lo hará”.
Pasemos de Netflix a la realidad de las organizaciones
Valga decir, que estamos hablando de una historia real. Parece ficción, pero no, todo esto sucedió en el seno de Petrobras. Historias como estas son parte de la cultura empresarial de muchas organizaciones en el mundo, y si nos descuidamos, es algo que podría pasar muy cerca de nosotros.
Para ello, hay muchas cosas que las organizaciones pueden hacer, sin embargo, mi recomendación es que la primera de ellas debe ser “bajar los valores de la pared y ponerlos en acción”. Esta frase la acuñamos como parte de la experiencia que hemos visto en muchas empresas. Al preguntarle al director o gerente de la empresa sobre cuáles son los valores de la organización, muchas veces vimos como repetían un par y luego volteaban al cuadro de la pared donde están descritos.
Así que es una buena idea, que, si su empresa no cuenta aun con un código de ética claro, en donde estén bien descritos los valores, empiece por allí. No olvide especificar claramente el significado de cada valor y cuáles son las acciones relacionadas a vivir ese valor dentro de su empresa.
En segundo lugar, me gustaría hacer referencia a dos estudios realizados a nivel global tanto por Muel Kaptein en la revista Fortune y por la ECI (Ethics & Compliance Initiative), en donde se especifican cuáles son los valores que más se repiten en los códigos de ética empresariales. Me centraré en el primero, ya que en ambos estudios y por un margen amplio sobre el segundo lugar, el valor de la INTEGRIDAD resultó ganador.
Hay una definición de “Integridad” que me gusta mucho: “Integridad es hacer lo correcto, aunque nadie te esté mirando”. En otros términos, la integridad también puede entenderse entre la coherencia entre lo que se piensa, se dice y se hace. De esta forma, todos saben qué pueden esperar de uno. Así, hay otras formas de plantear qué es la integridad. Al final, creo que el punto al que debemos llegar, es que la integridad debe ser uno de los valores fundamentales de toda persona y organización.
Al hablar de integridad, asegure que todos sus colaboradores y grupos de interés estén en la misma página, defina claramente el significado y acciones que usted espera que se vivan en su organización como parte de esta definición. No asuma. Muchas veces creemos que todos comprenden el significado pero debemos ser claros.
Recuerde, una empresa ética, es una empresa rentable.